viernes, 31 de agosto de 2007

Cómo actuar en el medio rural ante una explosión nuclear (4)

TRAS LAS PRIMERAS 48 HORAS

Durante las pocas horas que podamos salir al exterior tras las primeras 48, se deberá prestar atención a los animales, ver si disponen de agua limpia y grano, poniéndoles fuera de su alcance lo que no esté limpio. Si no se dispone del suficiente grano sin contaminar se les puede añadir nitrógeno para paliar sus efectos. Al salir al exterior se deben usar siempre las mismas prendas dejándolas en el exterior al entrar en el refugio en un lugar cercano a la puerta y a cubierto; se han de llevar guantes (mejor si son de goma), gorra y mascarilla (especialmente si se ha de trabajar la tierra o remover polvo). Si se dispone, han de usarse también gafas y tapones en los oídos. Aun así, al entrar en el refugio se han de lavar con especial intensidad las manos (bajo las uñas y entre los dedos), orejas y cara.

Para los campos la mejor manera de reducir los efectos de la lluvia radiactiva es eliminar los cultivos diez días después de la explosión y plantar otros de rápido crecimiento, ya sea para pasto o como cultivo. De parecida manera para las ovejas es recomendable esquilarlas y tirar la lana, se depilarán y lavarán los animales que sea posible para eliminar las partículas radiactivas.

Si los animales (y personas) han sido irradiados, a los pocos días o semanas presentarán diarreas, irritabilidad, pérdida de apetito y apatía, pudiendo quedar estériles para más o menos tiempo según su grado de exposición. Si es así los órganos internos estarán contaminados y algunos elementos radiactivos (como el estroncio) se habrán introducido en los huesos, donde permanecerán durante toda la vida mermando las defensas del organismo y haciéndole presa fácil para las enfermedades. Por eso, si se han de consumir animales habrán de evitarse tanto los huesos como sus órganos. La única solución para eliminar la radiactividad es el tiempo y los cuidados, además de no seguir expuesto a productos radioactivos.

La lluvia no es una limpieza eficaz para los campos, ya que recoge toda las partículas de la atmósfera y las deposita en la tierra y sobre las hojas y frutas. Sin embargo, si se dispone de agua en abundancia es recomendable regar los techos y paredes de las construcciones para lavarlas del polvo radiactivo.

Estos consejos están supeditados a los que vayan siendo sancionados por la práctica y por las necesidades del entorno (comarca o país) que irán dictando lo que se ha de cultivar o hacer con los alimentos contaminados. En cualquier, caso estos consejos serán siempre útiles en caso de urgencia y si los estamentos convencionales pierden capacidad.