jueves, 26 de junio de 2008

El coche eléctrico se pone las pilas.

Enlace al artículo original de Manuel Gómez Blanco en Elpais.com

Las baterías para teléfonos móviles dan el empujón definitivo al futuro del automóvil limpio - El petróleo caro y los límites de CO2 adelantan su llegada a 2010.

Esta vez parece que será la definitiva. Tras varios intentos fallidos a lo largo de los últimos 20 años, los coches eléctricos van a llegar por fin al mercado en cantidades significativas. Pero, sorprendentemente, la solución a sus principales asignaturas pendientes llegará de la mano de las baterías de ión-litio desarrolladas para los teléfonos móviles de última generación. Integradas en bloques o paneles, ofrecen ya una potencia muy superior a las de plomo que montaban los primeros modelos eléctricos de los años ochenta, y doblan la de las baterías de níquel que utiliza, entre otros, el Toyota Prius, el coche ecológico de referencia, pero ocupan la mitad de espacio.

Las baterías de los móviles pueden convertirse en la tabla de salvación inesperada del automóvil para resolver su dependencia del petróleo a medio plazo. Sobre todo si el precio del barril mantiene su imparable escalada en los próximos años. Pero a diferencia de 1996, cuando General Motors lanzó el coche eléctrico EV-1 para retirarlo del mercado en 2003 tras vender apenas 1.100 unidades, ahora llegan para quedarse. Ni siquiera los poderosos lobbies petroleros y de la industria del automóvil, y otros intereses políticos y económicos -que según el documental de Cris Paine ¿Quién mató al coche eléctrico? (Sony Pictures, 2006), perpetraron su asesinato con la inestimable ayuda de la Administración de Bush- parecen capaces de frenar su deseada llegada al mercado: la sociedad y la tecnología juegan juntas ahora a su favor.

La toma de conciencia sobre las necesidades medioambientales es ya global, y el cóctel que se está formando con la escalada del precio del petróleo se ha convertido en un problema político. La presión social para que la industria ofrezca cuanto antes los denominados automóviles de emisiones cero, aumenta cada día. Según el estudio Momentun de la consultora KPMG, que recoge entrevistas a 113 directivos del sector de la automoción de todo el mundo, el interés de los compradores hacia los modelos que utilicen fuentes de combustible alternativas se ha disparado 12 puntos porcentuales en 2007 respecto a 2006. Y supone ya el 65%, igualando al precio en las prioridades de los clientes al adquirir un coche nuevo.

Si a esto le añadimos que la Comisión Europea podría exigir en 2012 que las emisiones medias de CO2 de todos los modelos que venda cada fabricante no superen los 120 g/km (el límite que evita pagar en España el impuesto de matriculación y que sólo cumplen los coches más pequeños y eficientes), tendremos el caldo de cultivo perfecto para su consolidación definitiva. Pero al contrario de lo que sucedía a finales del siglo XX, los últimos avances tecnológicos completan el círculo virtuoso y son la guinda que le faltaba al pastel.

Sin embargo, el cambio definitivo viene de las marcas de automóviles, que parecen por fin convencidas de que los coches eléctricos abren una oportunidad de negocio rentable. Carlos Ghosn, presidente de la Alianza Renault-Nissan, lo confirmaba el pasado 13 de mayo: "Ofrecer vehículos de emisiones cero a un precio económico es el giro más importante que nuestra industria puede alcanzar. Nissan, junto con Renault, intentará liderar ese cambio. Hay que buscar un equilibrio entre el crecimiento del mercado y las demandas de un planeta limpio". La marca japonesa desarrolla también un proyecto denominado "Better Place", para resolver la recarga de los coches eléctricos en la calle.

Rick Wagoner, presidente de General Motors, tiene objetivos parecidos: "El petróleo no podrá abastecer por sí solo la demanda de energía para automoción en los próximos años. Estamos impulsando la diversidad energética a un ritmo y con una dedicación sin precedentes". Otros expertos aseguran que si finalmente China, segundo mercado mundial, anuncia incentivos fiscales a los coches eléctricos para reducir la contaminación, las inversiones se dispararán.

Las nuevas baterías son mucho más compactas y ya no sacrifican la habitabilidad ni el maletero de los coches eléctricos. Pero sobre todo permiten recorrer entre 160 y 200 kilómetros sin recargarlas, frente a los 60 a 80 kilómetros de las anteriores, y ofrecen aceleraciones y velocidades máximas cercanas a las de los turismos actuales. Su vida útil llega ya a los 100.000 kilómetros, una distancia suficiente para poder ofrecer garantías asumibles por los fabricantes sin que se disparen los costes. Se recargan al 80% en sólo 30 minutos utilizando postes especiales similares a los parquímetros urbanos, y llegan al 100% en siete horas con cualquier enchufe doméstico. Los investigadores aseguran haber resuelto los problemas de sobrecalentamiento que podían provocar explosiones incontroladas, otro gran inconveniente hasta hace poco. Y la producción masiva reducirá los costes de forma exponencial, con lo que los modelos que las equipen podrán competir en precio con los de mecánica convencional.

El sueño ecologista de ir y volver del trabajo a casa sin emitir un sólo gramo de CO2 puede hacerse realidad pronto. La autonomía de uso de los próximos coches eléctricos permitirá cubrir los desplazamientos diarios al trabajo, los recorridos interiores y la vuelta al hogar del 90% de los urbanitas que viven en las grandes ciudades, más del 50% de la población mundial en 2007, según estudios recientes. Así, la mayoría de los trayectos se podrán hacer con emisiones cero, al menos en lo que afecta al coche; pero también al 100%, si la electricidad para recargar las baterías procede de energías renovables o es de origen nuclear.

Hay otra mejora clave y definitiva para que los vehículos eléctricos alcancen el éxito comercial. Las nuevas baterías acabarán con el temor de los compradores a quedarse tirados sin carga en la vuelta casa, un inconveniente que ha limitado su aceptación en intentos anteriores. El aumento de autonomía logrado reduce ya mucho ese riesgo. Pero llegarán también modelos eléctricos mestizos, con mini-motores de gasolina, gasóleo y otros combustibles alternativos para recargar en marcha las baterías. Y los nuevos súper-eléctricos de largo recorrido tendrán un radio de acción de 800 kilómetros y más. Y ya no son ciencia-ficción.

Los primeros coches eléctricos de autonomía media (150 a 200 kilómetros) estarán disponibles en algunos países dentro de unos dos años. Al principio las tiradas no serán masivas y utilizarán como base automóviles actuales adaptados para funcionar con baterías. Pero si se cumplen las previsiones, hacia 2012 empezarán a llegar modelos eléctricos específicos pensados y diseñados desde el principio para esta energía. Y ya no serán micro-coches casi de juguete o mini-furgonetas de reparto, sino automóviles de todos los tipos y tamaños con líneas tan atractivas como los demás, y probablemente más amplios por dentro: las mecánicas eléctricas ocupan menos espacio.

Nissan lanzará en 2010 un coche eléctrico de serie a gran escala en Japón y Estados Unidos. El mismo vehículo, que recogerá muchos elementos del prototipo Denki Cube expuesto en el Salón de Madrid que se clausura hoy, llegará a Israel y Dinamarca en 2011, y en 2012 al resto del mundo. Mitsubishi ha anunciado la venta en Japón de su primer eléctrico con baterías de ión-litio producido en serie para 2010. Se basará en el prototipo i-MIEV, y podría exportarse a más mercados. Alcanza 130 kilómetros por hora y tiene 160 kilómetros de autonomía.

Los súper-eléctricos nacerán casi al mismo tiempo. General Motors ha anunciado para 2010 el Chevrolet Volt. Puede recorrer casi 100 kilómetros, los trayectos de diario, con baterías de ión-litio recargables en la red. Pero lleva un pequeño motor de gasolina que las carga sobre la marcha sin tener que parar y permite recorrer 1.000 kilómetros sin pasar por la gasolinera. Sus creadores aseguran que los clientes sólo visitarán las estaciones de servicio en viajes de vacaciones y poco más.

Los coches eléctricos son también una oportunidad para especialistas en fabricar modelos minoritarios de encargo. La austriaca Magna Steyr, que ha producido las versiones europeas de los Jeep Commander y Chrysler Voyager, entre otros, será una de las pioneras en el negocio: a finales de 2009 empezará a producir baterías de ión-litio para una conocida marca de automóviles por desvelar. El italiano Pininfarina lanzará un mini-coche eléctrico de lujo en 2010.

Entre los híbridos actuales (un motor de gasolina y otro eléctrico que sirve de ayuda), Toyota lanzará una versión plug-in (conectable) del Prius, con baterías más potentes recargables en el enchufe de casa que permitirá realizar los trayectos diarios casi sin usar el motor de gasolina.

Mientras la producción en masa de coches de hidrógeno no sea viable -como pronto en 2020- la alternativa para cubrir la demanda de modelos de emisiones cero serán los eléctricos. Y como el que da primero, da dos veces, los grupos automovilísticos se han lanzado a una carrera desenfrenada que incluye la caza y captura de fabricantes de baterías de móviles para desarrollar en alianza los conjuntos eléctricos y llegar antes al mercado. Nissan acaba de crear una empresa con el fabricante de teléfonos NEC para producir 65.000 kits de baterías al año. VW anunció el 30 de mayo su alianza con Sanyo para desarrollar baterías de ión-litio de alto rendimiento. Y BMW confirmará probablemente esta semana si fabrica modelos con esta energía.

El coche eléctrico está a punto despegar y los codazos entre quienes aspiran a ocupar la primera clase no han hecho más que empezar. El nuevo Ministerio de Innovación español tiene una gran oportunidad para estrenarse liderando a las empresas nacionales en un proyecto propio. Una apuesta vital para mantener el tercer puesto en la producción europea de automóviles que podría compensar a medio plazo el desplome del ladrillo.

martes, 10 de junio de 2008

Correos incorpora furgonetas y bicicletas eléctricas a su flota de reparto postal.

No es una noticia nueva (han pasado 3 meses) y al parecer han empezado por unas pocas unidades más bien en "plan experimental", pero esperemos que la prueba salga bien y que pronto dejemos ver esas obsoletas, ruidosas y humeantes vespas amarillas.


Noticia original en 20minutos.es

Serán destinadas al reparto en cascos históricos protegidos y en centros urbanos que estén peatonalizados.
Se enmarca dentro de la estrategia de la empresa de contribuir en lo posible a la reducción de los impactos medioambientales.
Ha invertido catorce millones de euros en tres años en su parque móvil.


Correos ha incorporado las primeras furgonetas y bicicletas ecológicas, que funcionan con electricidad, en su flota de reparto postal, en las que ha realizado una inversión inicial de 139.000 euros, informó este jueves el operador postal público.

La sociedad destinará estos vehículos al reparto en cascos históricos protegidos y en centros urbanos que estén peatonalizados, donde además facilitarán la labor de los carteros que hasta ahora debían acceder a estas zonas a pie y transportando de forma manual gran volumen de correo.

La iniciativa se enmarca en la estrategia de Correos de contribuir en lo posible a la reducción de los impactos medioambientales.

La flota ecológica inicial de Correos se compone por cinco furgonetas y nueve bicicletas, vehículos que se comenzarán a probar en Madrid y Zaragoza. Las furgonetas también se utilizarán en el reparto postal en Barcelona y Sevilla y las bicicletas irán destinadas a Granada y a distintas localidades de Ciudad Real y Toledo.

Correos ha invertido un total de 14 millones de euros en los últimos tres años en su parque móvil, actualmente integrado por más de 13.000 vehículos entre camiones, furgonetas y motos.

La sociedad ya compró 28 camiones tipo Euro-4 en 2006, adelantándose a las directivas y normativas anticontaminación de la UE, política que ahora sigue con la incorporación de estos vehículos ecológicos.

viernes, 6 de junio de 2008

Adiós a la bolsa de plástico. ¿Llega la de almidón?

Texto original de Rafaél Méndez en "El País"

España se suma a la corriente para frenar la contaminación - Fabricar una alternativa a partir de la patata puede encarecer el tubérculo.

Vivimos sepultados en plástico. En España se distribuyen al año 10.500 millones de bolsas de plástico, lo que supone que cada español recibe anualmente 238. Y lo que es peor: apenas se reciclan. Sólo un 10% acaba en el contenedor amarillo, donde pueden ser reutilizadas. La mayoría termina en vertederos, pero también en el mar, donde atrapan a las tortugas, o en el campo, donde duran hasta un siglo. Cada bolsa emite unos cuatro gramos de CO2 en su fabricación, así que todas las que se distribuyen en España emiten 441.000 toneladas, un 0,1% del total nacional.

Pero eso se va a acabar. Las bolsas de plástico tocan a su fin. El uso de derivados del petróleo para fabricarlas, las décadas que tardan en degradarse y la conciencia ambiental hace que, desde Pekín a San Francisco, se estén tomando medidas para combatir su uso indiscriminado. La bolsa de almidón de patata está llamada a sustituir al plástico, pero su generalización puede provocar el mismo efecto que los biocombustibles: el encarecimiento de los alimentos.

En España, la Generalitat de Cataluña estudia prohibir que se regalen en las tiendas. El 1 de enero de 2002, Irlanda impuso una tasa de 15 céntimos de euro por cada bolsa, y el mes siguiente, el consumo se redujo un 90%, aunque más tarde se volvió a generalizar. Volvieron a subir el precio.

El Ministerio de Medio Ambiente ha enviado a la patronal del plástico, a las grandes superficies y a los ecologistas un borrador del Plan Nacional de Residuos con el que quiere reducir a la mitad el consumo de bolsas de plástico antes de 2009 y "prohibir las bolsas de plástico de un solo uso no biodegradables no más tarde de 2010".

Por bolsa de un solo uso se entiende aquella de mala calidad, la que dan en los hipermercados, que es rugosa, o en las tiendas pequeñas. La que sale volando y que difícilmente se puede reutilizar parar depositar los restos de basura.

El ministerio prevé para ello "campañas de concienciación ciudadana e instrumentos de carácter económico": cobrar por las bolsas, como ya hace obligatoriamente la cadena de supermercados Dia y como ofrecen de forma voluntaria superficies como Alcampo.

La idea parece escasa para los ecologistas. Leticia Balsega, responsable de la campaña de Residuos de Ecologistas en Acción: "Se puede hacer de la noche a la mañana. No es que tengas que preparar a la población, ni que la gente vaya a tener problemas si le quitan la bolsa y tiene que llevar una de casa o utiliza una cesta o una mochila". La patronal del plástico ha reaccionado airada a la propuesta, que acaba de concluir el periodo de alegaciones y es aún un borrador, aunque Medio Ambiente prevé aprobarlo antes de que acabe la legislatura.

"Es excesivo, drástico y negativo. Las bolsas no son malas para el medio ambiente, lo malo es el mal uso que se hace de ellas", sostiene Enrique Gallego, director general de la Confederación de Empresarios de Plásticos (Anaip). La asociación agrupa a unas 300 empresas que dan empleo a 5.500 trabajadoras. España es el primer productor europeo de bolsas de plástico.

Gallego está escandalizado de que se puedan prohibir las bolsas de un solo uso y anuncia que, si el Gobierno retira su plan, los fabricantes se comprometen a cambiar aquellas que usamos a diario. "Estamos diseñando unas más grandes, más resistentes y de mayor calidad para que todas sean así y se puedan reutilizar. Que sean bolsas que no se vuelen con el viento, que no se vean enredadas en un árbol".

La intención de los fabricantes de plásticos es que las nuevas bolsas sean más grandes y quepan en un cubo para que, una vez utilizadas en la compra acaben su vida como contenedores para la basura. Sostienen que esa bolsa sería más cara para ellos (actualmente 1.000 bolsas cuestan 12 euros) pero que asumen el coste. Y que, con esta medida, de paso frenarían la entrada masiva de bolsas desde Malaisia y China, que en los últimos dos años se ha disparado. Si no se acepta su sugerencia, auguran despidos masivos. "Podrían perder su empleo hasta 3.000 trabajadores", sostiene Gallego.

Otro de los sectores más implicados, las grandes superficies también se oponen. Una portavoz de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED) explica que su posición es fomentar la reutilización y el reciclaje mediante campañas de concienciación y la distribución de folletos. "Si se aprueba lo cumpliremos, pero preferimos la concienciación a la prohibición", señala.

Pero la medida del Gobierno llega precisamente porque la concienciación no está funcionando. El 23 de junio de 2006, los fabricantes y el comercio -grandes superficies y pequeñas tiendas- se comprometieron en la sede del Ministerio de Medio Ambiente a "adecuar el número de bolsas entregadas a los clientes a la cantidad, forma y peso de los productos adquiridos", a "lanzar bolsas reutilizables" y a establecer campañas de concienciación para reducir el uso.

Al calor de ese acuerdo, Alcampo, por ejemplo, creó la caja verde. La cadena de supermercados comenzó a ofrecer bolsas biodegradables con capacidad para resistir hasta 15 kilos de peso al precio de 39 céntimos de euros.

Aparte de estas medidas, un año después, las cajas del supermercado de El Corte Inglés siguen teniendo las bolsas a puñados a mano de los clientes. El ministerio considera que las grandes superficies han cumplido sin cumplir, que no han puesto todo de su parte y que las bolsas son aún demasiado accesibles.

Por eso en febrero del año pasado, cuando presentó el primer borrador, les lanzó un mensaje sobre sus intenciones. Entonces anunció su intención de reducir al 70% las bolsas de plástico por bolsas reciclables antes de 2015. El primer texto no hablaba de prohibir y sí daba un plazo más amplio, pero el ministerio lo ha endurecido.

A su favor juega la concienciación social y la situación internacional. En agosto, alentado por el apoyo social y por la atmósfera que se respira a nivel mundial, el ministerio colaboró en el lanzamiento de una serie de bolsas de tela con el lema Yo tampoco soy una bolsa de plástico, que tuvo gran éxito.

Además, la tendencia internacional en el último año ha ido en esa dirección. La semana pasada, China anunció que va a prohibir que las tiendas den bolsas sin cobrarlas; en noviembre, San Francisco vetó las bolsas de plástico no biodegradables, Londres y otras 80 ciudades británicas también están debatiendo la posibilidad de imponer esta medida. El ministro de Medio Ambiente de Australia y ex cantante de Midnight Oil, Peter Garrett, también ha declarado su oposición a las bolsas de plástico y su intención de prohibirlas antes de 2009. Los anuncios se suceden en esa dirección.

Y es que se han convertido en un símbolo del deterioro ambiental y de lo superfluo. Representan, como los todoterreno, las bombillas incandescentes, el alumbrado navideño o las botellas de plástico, uno de los objetivos de los ecologistas.

La cuestión no es tanto que con estas medidas se vaya a frenar el calentamiento global, pero representan el "cambio en el estilo de vida" necesario para luchar contra el calentamiento que ayer defendió en París el premio Nobel de la Paz y presidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, Rajendra Pachauri: "Tenemos que cambiar de verdad nuestro espíritu, desarrollar un comportamiento en el que minimicemos nuestra huella ecológica sobre el planeta".
Y en este cambio de estilo de vida, algunos perderán -fabricantes de plástico, todoterreno o bombillas- pero otros ganarán. Es el caso de la empresa zaragozana Sphere. Con 170 empleados fabrica y vende bolsas "biodegradables, reutilizables y compostables", como explica su director general, Alfonso Biel.

La empresa ha diseñado unas bolsas que utilizan almidón de patata. "Se toma el almidón y se le incorporan unos polímeros biodegradables. La bolsa, una vez en la basura se degrada en 90 días completamente", explica Biel. La Expo de Zaragoza o Alcampo las utilizan.

Biel considera que el camino hacia las bolsas verdes ya es imparable: "Dependerá de cómo se legisle, pero a la larga la tendencia está clara. Menos plástico y más reutilización". Estas bolsas, eso sí, son tres veces más caras que las tradicionales.

La asociación que promueve el uso del plástico, Cicloplast, asegura con un estudio que las bolsas no contaminan tanto si se utilizan correctamente -si se usan varias veces y luego se ponen en el contenedor amarillo-. Y sostiene que no hay suficiente almidón de patata para satisfacer la demanda de bolsas y que puede acabar encareciendo el precio. En un fenómeno similar al de los biocarburantes, que han contribuido a elevar el precio de los cereales. "Compartimos que hay un uso excesivo de bolsas y tenemos que ir al uso responsable, pero eso pasa por reciclarlas más", señala la directora general de Cicloplast, Teresa Martínez.

Y es que, aunque hasta ahora las bolsas son gratis para el consumidor, tienen un gran coste ambiental detrás. Usan petróleo y en la fabricación y transporte emiten CO2. Y aunque no se ve, el medio ambiente ya paga esa factura.