Los efectos sobre el medio rural, tanto de una explosión nuclear cercana como de lluvia radioactiva, no son conocidos por completo, no sólo por no ser ni habituales ni fáciles de experimentar, sino también por la gran cantidad de variables bajo las que se halla influido, tanto de caracter medioambiental como humano y circunstancial.
La primera diferencia importante es la que existiría entre los efectos de una explosión nuclear o accidente nuclear lejano que influye de manera leve sobre el medio rural y una explosión cercana o de guerra atómica con efectos globales severos.
En ambos casos el mayor peligro lo constituye la lluvia radioactiva y la precipitación de materiales contaminados sobre la superficie de campos, edificios, ríos, personas y animales. Estos materiales son producto directo de la explosión nuclear en cantidad proporcional a su próximidad a la tierra en el momento de la detonación. Todos los materiales engullidos por la bola de fuego a millones de grados son fundidos y convertidos en partículas microscópicas que, junto con otros restos mayores suben con la explosión miles de metros hasta las capas altas de la atmósfera. Estos restos se han convertido en radioactivos debido a que han sido sometidos al bombardeo de todas las radiaciones de la explosión.
Los restos mayores caen pronto de nuevo a la tierra en las cercanías del punto "0", los más pequeños irán precipitando poco a poco, en un área en forma de cuña de longitud proporcional al viento, la orografía del terreno y las condiciones ambientales (lluvia, presión atmosférica...).
Tras la explosión todas estas partículas van cayendo sobre todos los objetos, contaminándolos. Por eso se ha de evitar permanecer en el exterior, refugiándose en un lugar a cubierto durante 48 horas. Después sólo se podrá salir al exterior unas horas al día durante las semanas siguientes. Aunque no podamos percibirlo, todo se hallará cubierto de polvo radioactivo que contamina a su vez los objetos sobre los que se deposita, por eso hay que deshacerse de la ropa que se encontrara expuesta y lavarse bien (especialmente las manos, uñas, oidos y pelo), siendo preferible depilar las zonas expuesta al exterior. Si se hace preciso salir se deberá cubrir todo el cuerpo (guantes, gorro, gafas...) dejando las prendas fuera del refugio. Por el mismo motivo se debe evitar que entre en el cuerpo a través de cortes, heridas o mediante la ingestión de alimentos. Una vez dentro del organismo las consecuencias son siempre negativas.
Otro efecto directo de una explosión nuclear es la radiación que emite la explosión de manera instantánea y deja de emitirse cuando ésta termina. Todo lo que no se halle muy protegido con grandes espesores de material será irradiado. En personas y animales no son apreciables la contaminación salvo con instrumentos especializados, de modo que pueden estar contaminados sin señal aparente para, con el tiempo, enfermar y morir si la dosis es alta.
Los animales y cultivos son los más expuestos a ambos efectos porque normalmente no se hallan a cubierto. A través de ellos el hombre se contamina, ya sea por comerlos directamente o por sus derivados que, como la leche, pueden no afectar seriamente al animal pero sí a las personas que la ingieren (especialmente niños). Contra la radiación directa no hay protección si no se está sobre aviso, pero si la hay contra la lluvia radiactiva.
Como ya se ha dicho la intensidad de las partículas que caen desciende con el tiempo, de modo que en 48 horas llega a ser hasta 100 veces menos radiactiva que en la primera hora. Por eso la mejor defensa es encerrarse en un lugar a cubierto, preferiblemente bajo tierra, protegido del viento y de zonas de acumulación de agua de lluvia. Las paredes gruesas protegen de la radiación, siendo mejores las más densas (hormigón armado) que las más porosas (madera).
lunes, 27 de agosto de 2007
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